El proyecto se emplaza en un terreno rural de 5.000 m2. Anteriormente la parcela era utilizada para cultivo, por lo que el terreno está prácticamente vacío, contando solo con algunos árboles al fondo. Los clientes estaban interesados en disponer una variedad de programas en el terreno: vivienda, actividad comercial, jardines productivos y ornamentales, quincho y una cabaña para visitas. Teniendo en cuenta estos requerimientos, se propuso una sectorización del predio, dejando en una franja hacia un costado los programas construídos y en el espacio restante, espacio libre para huerto con su invernadero, árboles frutales y jardines decorativos.

Se trabajó desde la tipología de casa de campo chilena, rescatando algunos elementos característicos y adaptándolos al método constructivo y requerimientos programáticos del proyecto. La casa se desarrolla en torno a un patio central, que acompaña toda la circulación interior y se disfruta desde las zonas comunes. Se proyectaron corredores exteriores de distintos anchos con un alero que se transforma en parrón a lo largo de su extensión. Estos proporcionan un agradable espacio intermedio, típico de la vivienda campestre del valle central.

La estructura se piensa como un módulo replicable, de manera que los diversos programas ideados puedan tener una continuidad tipológica. Se plantea construir con paneles SIP, por lo que los ejes estructurales se corresponden con esa medida. El patrón estructural se compone de pórticos de madera, generando un gran techo continuo que alberga las distintas actividades de la casa.